En el mundo de los deportes, los mejores entrenadores son capaces de generar desempeños destacados en sus jugadores, sin importar qué tan difíciles sean de manejar. Cualidad que los líderes empresariales podrían replicar.
Todo grupo humano tiene un rebelde. Alguien etiquetado como independiente, de espíritu libre o heterodoxo, que muchas veces es visto de manera negativa tanto por sus colegas, como el común de las personas, debido a la creencia que esto solo genera caos, conflicto y situaciones incómodas. Sin embargo, hoy en día, en un mundo dominado por el aspecto digital, las capacidades humanas pueden verse inhibidas. Por ello es importante apreciar a las personas diferentes, aquellos libre-pensadores, y alentar su desarrollo.
Si los gerentes o directores se llevan bien con un personaje de estas características, será más fácil para los compañeros de trabajo comprender e identificar cómo contribuyen al equipo. En el mundo del fútbol, donde los jugadores más talentosos son usualmente los más difíciles de manejar, los entrenadores ya tienen claro cómo lidiar con este “problema”, y su experiencia puede enseñarnos distintas herramientas aplicables en los equipos de trabajo corporativo.
Pero antes, dejemos algo en claro: cuando nos referimos a los rebeldes, hablamos de aquellas personas brillantes y originales que aún no llegan a la cima del mundo corporativo. No nos referimos a aquellos ejecutivos que creen pueden inventar cualquier excusa para cruzar todos los límites con tal de lograr sus intereses personales. Si se enfocan los esfuerzos por incluir los rebeldes dentro del equipo, serán menos los que se conviertan en el segundo tipo de ejecutivo mencionado.
A lo largo de la historia del fútbol han existido, y existen, personajes icónicos reconocidos por su personalidad, ego y genialidad en el campo de juego. Ejemplos sobran, como el sueco Ibrahimovic o el portugués Cristiano Ronaldo. Aunque, sin duda, Diego Maradona es el futbolista más reconocido que calza perfecto con las características explicadas. Un genio del balón que llevó a su selección a ganar la Copa del Mundo en 1986, pero que vivió una lucha constante contra sus demonios personales y su adicción a las drogas.
Jorge Valdano, analista, escritor, y exfutbolista, compañero de Maradona en México 86, cuenta cómo vivió el famoso gol del “10” argentino frente a los ingleses. Ese recordado momento en el que “el Diego” se lleva la pelota desde la mitad del campo y termina pasando al arquero para asegurar la victoria. Luego del partido, Valdano, que había corrido al lado de Maradona en toda la jugada, recrimina a Maradona diciéndole: “¿por qué no me la pasaste?”, pero la verdad es que Diego ya no necesitaba a su compañero, porque había superado a toda la defensa rival por su cuenta.
Ese momento de inspiración, icónico hasta el día de hoy, fue una de las razones por las que la selección argentina triunfó en aquel mundial. Una imagen que contrasta con sus episodios de paranoia y sus excesos fuera del campo. Valdano utiliza este ejemplo, tal vez extremo, para resaltar lo difícil que puede ser trabajar con una persona mucho más talentosa que el resto. De ninguna manera justifica que acciones similares a las que Maradona realizó sean aprobadas por el equipo, pero insiste en la importancia que tiene la aceptación y compromiso grupal para poder aprovechar el talento individual, y sacarle el máximo provecho en el trabajo colectivo.
Los genios no siempre son personas fáciles de convivir, pero sus contribuciones producen un salto de calidad que merece el apoyo y trabajo duro del colectivo”, explica Valdano. “Hay una transacción entre el genio y el equipo”. El resto del equipo debía evaluar si aceptaría a esa persona con todas sus excentricidades, caprichos, y en este caso particular, sus adicciones. La respuesta fue sí, ya que su razonamiento se basaba en que la genialidad de Maradona podría ayudar a ganar el mundial. “Pero uno no debe dejar pasar por alto sus adicciones o la violencia. Entre colegas, siempre debemos recomendar buscar ayuda profesional.
Muchos negocios enfrentan situaciones análogas, quizá no tan extremas como el ejemplo, pero con algunas similitudes. Escenarios en donde se busca sacar lo mejor de las personas talentosas mientras que el resto del equipo se mantiene involucrado y próspero. Conseguir el éxito requiere un compromiso del gerente para afrontar el comportamiento del individuo, como también manejar las actitudes de quienes rodean al “rebelde”. Será su responsabilidad convencer al resto del equipo que su aporte es más valioso que cualquier aspecto negativo que pueda tener, ya que ellos también se verán beneficiados con el resultado final.
La disciplina, profesionalismo y humildad son pilares fundamentales dentro de un grupo humano exitoso. Valdano comenta que no hay por qué sentirse avergonzado de no ser el talento excepcional del grupo. “Un verdadero equipo busca la excelencia a partir de la inteligencia colectiva. Algunos ambientes, como el mundo de la tecnología, tolera a los genios mejor que otros espacios. Ellos entienden perfectamente que no puedes emprender una aventura sin la posibilidad de un riesgo”.
Conseguir el balance adecuado requiere habilidades de comunicación precisas. Cuando el manejo de la persona más hábil es correcto, puede crear un circulo virtuoso, permitiendo que los gerentes se conviertan en líderes más eficientes y mejor preparados para trabajar con personalidades disidentes. De lo contrario, sí se podría originar un conflicto.
“El ego interfiere en la búsqueda del éxito colectivo. Siempre vas a necesitar de otras personas para conseguirlo.”
Nutriendo la marca personal
El crecimiento del individuo en la sociedad está ocasionando una serie de problemas para los líderes, como lo reconoce Fritz Schmid, ex entrenador de la selección nacional de Nueva Zelanda: “Estamos viendo un cambio en el liderazgo: lejos del método tradicional, – el jugador entrega algo, para luego recibir en retorno – los entrenadores ahora presentan una visión de juego y convencen a los jugadores para unirse al proyecto.”
El gerente deportivo de la selección alemana de fútbol, Oliver Bierhoff, describe a los jugadores diferentes como “emprendedores independientes”, cada uno tratando de seguir su propio camino. “Un equipo de fútbol funciona como una unidad de negocio. Todos trabajan por un objetivo común, pero cada uno también tiene su propio plan.”
Un buen gerente debe convencer al espíritu libre o al emprendedor, al igual que al resto del equipo, que la inteligencia colectiva puede producir resultados satisfactorios para todos. La humildad es vital, la vanidad es corrosiva, y un verdadero líder es aquel que encuentra una idea seductora y la comparte con el resto.
*Artículo adaptado de Strategy+business. Para leer la versión original, en inglés, hacer clic aquí.