Por Simona Settineri, socia de Consultoría Contable y Mercado Capital de PwC
El mundo globalizado y la facilidad que tenemos para intercambiar información gracias a la tecnología han impactado todos los ámbitos de nuestra vida y la manera en la que desarrollamos los negocios; y la función contable no podía ser ajena a esta gran transformación. Es en este contexto en el que surgen las Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF), que tienen como objetivo ayudar a la transparencia y comparabilidad de la data reflejada en los resultados.
No obstante, las nuevas normas contables traen consigo una modificación en los parámetros usados en los estados financieros, lo que implica un gran reto no solo para los encargados de producir esta información sino también para quienes deben interpretarla y usarla para la toma de decisiones, considerando que estos datos reflejan los resultados de la estrategia empleada por la compañía, una buena lectura facilitaría una relación transparente y de confianza con los stakeholders.
Cambios como los introducidos por la NIIF 9 en cuanto a la clasificación de los activos financieros y la determinación de su pérdida esperada, entre otros, la manera en la que se reconocen ingresos de acuerdo a la NIIF 15 o el registro de los contratos de arrendamiento como activos y pasivos requeridos por la NIIF 16, implican un proceso de adaptación para las áreas contables y los encargados de la elaboración de los estados financieros.
Sin embargo, no son los únicos que deben estar listos para enfrentar este escenario, ya que quienes reciben la información y deben interpretarla para tomar decisiones también deberían ser capaces de comprender esta nueva forma de presentar la data. De lo contrario, se podría malinterpretar la información lo que podría generar un riesgo, como la pérdida de un negocio o cliente.
Tomemos como ejemplo a las áreas de evaluación de riesgo crediticio. El modo de presentar la información en los estados financieros puede cambiar la capacidad de endeudamiento de la empresa y su Ebitda. Un error de interpretación puede llevar a que, por ejemplo, se le niegue el crédito a una compañía con la capacidad de asumir la deuda o a la aplicación de condiciones penalizadoras y poco atractivas que terminarían por empujar a un potencial cliente a brazos de la competencia.
Recordemos que la posibilidad de tener data comparable internacionalmente, como lo permiten las NIIF, ofrece también una oportunidad para atraer capitales a la compañía, por lo que la aplicación de la norma no debe quedar en el área contable. Es responsabilidad de los tomadores de decisiones el involucrar a todas las áreas: comercial, de contratos y logística; ya que deben ser capaces de entender a cabalidad qué es lo que se espera de ellos en este proceso.
Acerca del autor
Simona Settineri
Socia líder de la práctica de Capital Markets & Accounting Advisory Services (CMAAS). Cuenta con más de 21 años de experiencia brindando servicios de asesoría de negocio y auditoría financiera a compañías multinacionales. Ha brindado servicios para el sector financiero (Retail and Investment Banking) así como proyectos de mejoramiento de la organización, mejora de procesos, contabilidad, riesgos y control, cumplimiento, instrumentos financieros y planeamiento estratégico. Asimismo, tiene conocimientos en evaluaciones financieras, sistemas contables, análisis de balances, áreas de administración y finanzas, NIIF y MIFID, Basilea II, Business Process to Re-engineering (BPR), Project/Program management (PMM).
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