Un nuevo equilibrio entre la vida laboral y privada

Si se busca el origen del concepto sobre el equilibrio entre la vida laboral y la personal, muchos atribuirán el mérito a Robert Owen, un fabricante galés que decidió que las prácticas laborales de principios del siglo XIX eran demasiado exigentes. Así, empezó a abogar por una jornada laboral equilibrada de «ocho horas de trabajo, ocho horas de recreo y ocho horas de descanso».

En el siglo XX, el equilibrio entre la vida laboral y la personal se convirtió en un objetivo de estilo de vida aspiracional. Para cualquiera que haya gestionado su tiempo entre el trabajo y la crianza de los hijos (por no mencionar el cuidado de la casa), la noción de equilibrio entre la vida laboral y la personal siempre ha parecido un sueño lejano: una mezcla sin estrés de trabajo gratificante y mucho tiempo de calidad para la familia, el ejercicio y el sueño. Sin embargo, la vida no funciona así y, en cierto modo, este sentido idealizado del equilibrio creó un espejismo que sólo sirvió para frustrar a las personas que intentaron alcanzarlo.

La pandemia parecía convertir el equilibrio entre la vida laboral y la personal en un concepto irrisorio. A medida que los trabajadores se instalaban en casa, ya no existía una separación entre el tiempo y el espacio laboral con el personal. Así que es necesario algo nuevo, más útil, que ayude a pensar en el deseado equilibrio.

He aquí un modelo alternativo: comienza con la idea de que cada momento entra en una de las tres categorías: querer, deber o necesitar. Cada decisión que se toma comienza, implícita o explícitamente, con un «quiero», «debería» o «necesito».

¿Qué parte del día, semana o mes típico corresponde a cada una de esas tres categorías? ¿Cuánto tiempo del trabajo es dedicado a hacer las cosas que se quieren hacer, frente a las cosas se hacen de manera forzada porque se deben hacer o son necesarias?

No existe una combinación correcta, y la perspectiva de cada persona cambiará con el tiempo. A los 20 años, las personas pueden permitirse más cosas que quieren hacer. Lo mismo ocurre más adelante, cuando se puede dar prioridad a los intereses personales. Son esas décadas de los 30, 40 y 50 años las que pueden ser especialmente desafiantes: formar una familia y construir una carrera, que incluirá trabajos que son peldaños para roles más satisfactorios.

Ese modelo de tres partes es útil para determinar si tenemos una sensación de equilibrio en nuestras vidas. Y también ayuda a explicar algunas de las narrativas actuales, como la «gran renuncia» y el persistente deseo de trabajar desde casa. Todo ese tiempo a solas durante la pandemia dio a la gente tiempo para considerar el sentido de la vida e impulsó a muchos a dejar trabajos poco gratificantes. Decidieron priorizar más lo que querían, y los desplazamientos al trabajo les parecen a muchos más un «debería» que un «querer». Las empresas también se esfuerzan más por escuchar a sus empleados, realizando frecuentes encuestas de pulso. Por el momento, las organizaciones se esfuerzan por dar a los empleados lo que quieren para así ayudar al reclutamiento y retención de talento.  

A medida que se habla de recesión y las empresas se ven sometidas a presión, los directores ejecutivos empiezan a sonar como si quisieran revisar la ecuación querer-deber-necesitar y recordar a la gente que el trabajo se llama trabajo por una razón.

Sundar Pichai, director ejecutivo de Google, escribió un memorándum a los empleados en julio en el que afirmaba que «de cara al futuro, tenemos que ser más emprendedores, trabajar con mayor urgencia, un enfoque más agudo y más hambre». Puede que esto no cambie el gráfico de la tarta para algunos: a menudo la gente quiere mostrar más iniciativa en el trabajo y se siente frustrada. Sin embargo, sí señala un cambio de humor en Google.

Mark Zuckerberg, director general de Meta, dijo a los empleados a finales de junio que, a la luz de los retos a los que se enfrentaba la empresa, tendrían que hacer más con menos recursos, y que no se iba a tolerar el bajo rendimiento. «Creo que algunos podrán decidir que este lugar no es para ustedes, y esa autoselección me parece bien», dijo Zuckerberg en la llamada. «Siendo realistas, probablemente hay un montón de gente en la empresa que no debería estar aquí».

El mensaje no tan oculto: el trabajo es lo que debes hacer y lo que necesitas hacer. Los jefes vuelven a estar al mando, y les interesa menos lo que tú quieres hacer o si tienes un sentido de propósito en el trabajo por el que la empresa te paga.

Es necesario contar con un marco para evaluar la relación con el trabajo, que sea más práctico y realista en este mundo post pandemia que una escala con el trabajo en un lado y la vida en el otro. En todo trabajo, siempre hay una mezcla de cosas que te gusta hacer y cosas que no te gusta hacer. Lo mismo ocurre con tu vida personal. Lo que importa es la parte del tiempo que se dedica a las cosas que se quieren hacer, a las que se deberían hacer y a las que se necesitan hacer. Ese gráfico circular, sea cual sea la forma en que se rellena, proporcionará una imagen más precisa del equilibrio necesario para sentirse feliz, contento, satisfecho y realizado.

Artículos publicados en Strategy+Business no representan necesariamente las opiniones de las firmas miembro de la red PwC. Revisiones y menciones de publicaciones, productos o servicios no constituyen auspicio ni recomendación de compra. Adaptación del texto original en inglés publicado por S+B gestionado por PwC Perú.

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